
La escultura ha sido un tema importante tanto en el graffiti como en el pop art. Si bien estos dos movimientos artísticos son distintos, comparten un interés en apropiarse de imágenes de la cultura popular y reutilizarlas de formas nuevas e inesperadas. En el arte del graffiti, la escultura se usa a menudo como una forma de agregar textura y dimensionalidad a una pieza. Los artistas pueden usar objetos o técnicas tridimensionales para crear la ilusión de profundidad en una superficie bidimensional. Por ejemplo, un artista podría incorporar un elemento escultórico, como un objeto sobresaliente o un relieve, en un mural o etiqueta. Además, algunos grafiteros han tomado la forma de escultura en las calles mediante la creación de instalaciones públicas o intervenciones escultóricas. En el arte pop, la escultura se utiliza a menudo como una forma de subvertir o cuestionar los valores artísticos tradicionales. Los artistas pop incorporaron con frecuencia objetos cotidianos en su trabajo, como latas de sopa o botellas de Coca-Cola, y a menudo trabajaron con materiales producidos en masa como plástico y metal. Algunos artistas pop también crearon esculturas que imitaban o parodiaban formas de arte tradicionales, como los "readymades" de Marcel Duchamp o las esculturas de inspiración pop de Claes Oldenburg. La escultura ha desempeñado un papel importante tanto en el arte del grafiti como en el arte pop, a menudo sirviendo como un medio para desafiar los límites entre la alta y la baja cultura y explorar las intersecciones entre el arte y la vida cotidiana. El grafiti comenzó como una forma de arte exclusivamente en 2D que primero dejó clara su presencia en las superficies de los edificios públicos y los trenes subterráneos. A lo largo de los años, los artistas callejeros comenzaron a experimentar con nuevos materiales y medios, lo que resultó en la aparición de nuevos movimientos artísticos. Desde plantillas hasta collages y desde mosaicos hasta instalaciones y performances, el arte callejero ha recorrido un largo camino. La escultura, operando en tres dimensiones, no es una excepción y la coexistencia entre ésta y el street art ha ayudado a marcar la historia del mismo movimiento y a expandir los límites de lo que verdaderamente es el street art.